Durante más de 40 años, Carmen dedicó su vida a dar forma al cuero en su taller íntimo, un lugar donde el olor al cuero flor plena se mezcla con el sonido rítmico de sus herramientas y la luz suave de la mañana.
 
Lo que había comenzado como una vocación solitaria se transformó en una marca secreta, querida por conocedoras de toda España, en busca de autenticidad y piezas que duren toda una vida.
Pero hoy, tras décadas de insuflar su alma en cada costura, ha llegado el momento de que deje sus herramientas.
 
Carmen no se jubila realmente; ella elige transmitir su legado para dedicarse a un capítulo más tranquilo, lejos del ruido del taller.
«Me ha encantado cada instante con mis creaciones», confiesa Carmen. «Pero es hora de cerrar la puerta del taller, el corazón lleno de una inmensa gratitud hacia todas las que han llevado mis bolsos.»
 
Ella pensaba simplemente avisar a su clientela fiel. No había previsto la ola de emoción que vendría.
Cuando compartió esta noticia con unas palabras en su página, ocurrió algo increíble: mujeres de todas partes respondieron con una avalancha de homenajes y recuerdos.